Morfológicamente, la perdiz pardilla es reconocible por su forma redondeada y su corta cola. Su manera de volar, muy característica, consiste en una sucesión de batir de alas que combina con desplazamientos aerodinámicos en el aire. Existe cierto dimorfismo sexual y, así, el macho tiene una patente y manifiesta herradura de color castaño oscuro en el bajo pecho. La hembra tan solo muestra vestigios de esa peculiar marca y los jovenes presentan en lugar de la mancha un listado. Esta perdiz, a grandes rasgos, se puede diferenciar de la perdiz común por su cara de color anaranjado pálido y por su cuello y pecho gris. Las plumas escapulares y medianas cobertoras del ala en los machos tiene un solo nervio longitudinal con contornos muy precisos, mientras que la hembra existe un nervio longitudinal más difuso cruzado por dos trazos transversales que recuerdan la Cruz de Lorena. El macho en la cabeza se adorna con rayas finas, mientras que la hembra tiene un moteado blanquecino.
Anatómicamente se caracteriza por una longitud, medida de pico a cola, comprendida entre 30-32 cm, con un peso medio que oscila entre los 350 gramos de las hembras y los 400 gramos de los machos.
Prefiere las formaciones vegetales de matorral con brezos, bojes, enebros, gayubas, aulagas y escobones por encima de los 1.100 metros, escogiendo paisajes con mosaicos de vegetación densa con claros. No obstante conviene recordar que la población global de este especie está amenazada, y que los fenómenos de regresión se están desarrollando en más de la mitad de su área de distribución, por causas achacables fundamentalmente a una gestión cinegética inadecuada, a una pérdida de hábitat originada tanto por los incendios forestales como por el abandono de los cultivos herbáceos y de los pastizales de montaña y, también, por la introgresión genética de las sueltas indiscriminadas de animales procedentes de granjas de cría, que no solo ponen en peligro la pureza del genotipo sino que además pueden introducir, de forma no deliberada, enfermedades inusuales para estas perdices.
El apareamiento de las aves se produce previa elección de la hembra, que observa como los machos mantienen furiosos combates entre ellos. Los machos son monógamos y las parejas pueden conservarse, si sobreviven, de un año para otro. El dominio de una pareja, que corresponde al lugar de la nidificación, está escogido en función de criterios precisos: tranquilidad, protección y proximidad a un punto de referencia, sobre todo en espacios abiertos y llanos. Primordialmente las aves buscan lugares ricos en insectos, pues éstos constituyen la alimentación básica de los polluelos.
La perdiz pardilla cría desde principios de abril a principios de mayo en nidos a nivel del suelo entre hierbas altas, cosechas o en la base de setos, arbustos y/o arboles jóvenes. Normalmente hace una única puesta de entre 9 y 20 huevos de subelípticos a ovales cortos o piriformes cortos. Son lisos y brillantes, con sombreado uniforme de ante, pardo u oliva con unas dimensiones medias de 36,5 x 27,3 mm. El periodo de incubación dura de 23 a 25 días.
Los polluelos de perdiz pardilla nacen con un plumón amarillento crema en las partes inferiores, con el píleo anaranjado claro y con las alas oscuras, con bordes rojizos y dos franjas pálidas; están en perfecta disposición para ejercer su condición de nidífugos y, por lo tanto abandonan el nido el primer día de su eclosión. Las plumas de las alas les aparecen a los 5-6 días; pueden huir volando a los 10-11 días, vuelan a los 16 días y están plumados a los 28 días. Como animales con cierto carácter gregario, permanecen unidos hasta la primavera siguiente.
La perdiz adulta consume durante el verano y parte del otoño algunos insectos, un porcentaje de cereales –granos de gramíneas silvestres- que supera el 50% de su dieta y hojas de leguminosas. Llegado el invierno, estas mismas hojas, así como los brotes de cereales de la estación, constituyen lo esencial de su menú que al llegar la primavera se modifica con plantas adventicias, botones o yemas, flores y nuevamente los primeros insectos.
Los polluelos durante sus tres primeras semanas de vida se alimentan de proteínas animales fundamentalmente extraídas de hormigas, pulgones, saltamontes y arácnidos. De esta circunstancia podemos deducir que los tratamientos con productos insecticidas tienen una virtualidad peligrosa para mantener el éxito reproductivo de esta especie.
Perdix perdix es un ave no migratoria; sin embargo el macho puede someterse a esporádicas migraciones cuando, en primavera, la capacidad territorial de acogida de las parejas esta saturada.
En un mal periodo reproductor las parejas pueden agruparse en bandos importantes que pueden hacer pensar en una buena cría, cuando en realidad no es así. Estos agrupamientos, a primeros de año, también pueden ser provocados por el frío intenso que ejerce como aglutinador de los bandos desperdigados.
Existen otras prácticas conductuales interesantes, como el despiojamiento que no sólo está destinado a desparasitar las plumas sino que también constituye un practica de coherencia e integración social en el grupo. Ésta es formación imprescindible para los episodios de reagrupamiento posteriores a la huida por alguna amenaza, que se ponen de manifiesto en los posicionamientos del macho erguido sobre un montón de tierra o un montículo, desde donde llama a los miembros de su grupo. Por último significar que como otros faisánidos la perdiz pardilla también peona velozmente.
Este singular pájaro se distribuye actualmente por gran parte de la Unión Europea –Norte de Escandinavia, Escocia, Islandia, Sur de Grecia- y por países que esperan próximamente su adhesión, como Polonia, Ucrania y las orillas del Mar Negro y del Mar Adriático.
GALLINÁCEAS, TETRAÓNIDOS Y FAISÁNIDOS
Avutarda (Otis tarda) | Perdiz nival (Lagopus mutus pyrenaicus) | Perdiz pardilla (Perdix perdix hispaniensis) | Perdiz roja (Alectoris rufa) | Sisón común (Tetrax tetrax) | Urogallo (Tetrao urogallus)