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Curruca cabecinegra
Sylvia melanocephala

Características

Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)
Foto: Andreas Trepte en Wikipedia
Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)

La curruca cabecinegra es una de las especies más fácilmente reconocibles dentro de la familia de las currucas, debido a su plumaje característico. Presenta un marcado dimorfismo sexual, es decir, existen diferencias visibles entre machos y hembras.

Los machos adultos tienen una cabeza y garganta de color negro intenso, que contrasta con su cuerpo grisáceo y su vientre blanco. Esta «capucha» negra es el rasgo más característico de la especie. Las hembras, por otro lado, presentan una tonalidad más apagada, con una cabeza grisácea o pardo oscura, lo que les confiere un aspecto menos contrastado que los machos. Los jóvenes tienen un plumaje similar al de las hembras, aunque generalmente con un tono aún más pálido y menos definido.

Las currucas cabecinegras miden entre 12 y 14 cm de longitud, con una envergadura alar que varía entre 15 y 19 cm. Su peso promedio es de 9 a 14 gramos.

Tienen un pico fino y puntiagudo, especializado para su dieta predominantemente insectívora, y ojos de iris rojo que destacan en los adultos, especialmente en los machos. Las patas son de color pardo oscuro, adaptadas a su estilo de vida arbustivo.

Esta especie es conocida por su naturaleza inquieta y territorial. Los machos suelen cantar desde lo alto de un arbusto o árbol para marcar su territorio y atraer a las hembras, especialmente durante la temporada de reproducción. Su canto es característico: un gorjeo rápido y melodioso, con notas que pueden variar en intensidad.

La curruca cabecinegra es también una especie gregaria fuera de la temporada de cría, formando pequeños grupos, especialmente en invierno, cuando es posible observarla en bandos mixtos con otras especies de currucas o pequeños paseriformes.

Hábitat

En la Península Ibérica, la curruca cabecinegra es abundante y está ampliamente distribuida, ocupando gran parte del territorio, especialmente en las regiones costeras y mediterráneas. Es particularmente común en el sureste de España, incluyendo Andalucía, Murcia y la Comunidad Valenciana, donde encuentra hábitats óptimos. No obstante, también se la puede encontrar en áreas más al norte, aunque con menor densidad poblacional.

Prefiere zonas de matorral mediterráneo, áreas con vegetación densa, incluyendo zarzales, coscojares, pinares abiertos, y terrenos de cultivo abandonados con vegetación secundaria. Se adapta bien a hábitats semiáridos y secos, siendo menos común en áreas de alta montaña o en regiones demasiado frías y húmedas.

En las Islas Baleares es también común y se encuentra en todas las islas del archipiélago. Aquí, ocupa hábitats similares a los de la Península Ibérica, con una predilección por los matorrales mediterráneos y los bosques de pinos.

En las Islas Canarias es también especie residente, aunque con ciertas peculiaridades en cuanto a su distribución y ecología. En este archipiélago, la especie se adapta a una variedad de hábitats, desde matorrales costeros hasta áreas de laurisilva en zonas más elevadas. Es especialmente abundante en islas de Tenerife y Gran Canaria, donde encuentra una gran variedad de microhábitats.

Las poblaciones canarias de la curruca cabecinegra han desarrollado ligeras diferencias morfológicas respecto a las del continente, un fenómeno conocido como especiación insular. Estas diferencias se reflejan en pequeñas variaciones en el tamaño, el color del plumaje y el canto, lo que subraya la adaptabilidad de la especie a diferentes condiciones ecológicas.

No es una especie migratoria en nuestras latitudes, siendo considerada especie residente durante todo el año.

Reproducción

Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)
Foto: Luiz Lapa en Wikipedia
Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), probablemente un juvenil.

La temporada de cría de la curruca cabecinegra comienza en primavera, generalmente en marzo o abril, y puede extenderse hasta julio, dependiendo de las condiciones climáticas y la disponibilidad de recursos. Durante este periodo, los machos se vuelven especialmente activos y territoriales, defendiendo su área de cría con vigor.

Durante el cortejo los machos cantan intensamente desde perchas elevadas para atraer a las hembras y al mismo tiempo alejar a posibles competidores. El canto también sirve para reforzar el vínculo de pareja una vez que una hembra ha aceptado al macho.

Una vez formada la pareja, ambos miembros se dedican a la construcción del nido, aunque la hembra suele ser la que realiza la mayor parte del trabajo. El nido es una estructura pequeña y bien camuflada, típicamente ubicado en un arbusto denso o entre la vegetación baja, a una altura que generalmente no supera los dos metros.

El nido está compuesto por una mezcla de ramitas, hierbas secas, musgo y, en ocasiones, materiales más suaves como pelo o plumas para proporcionar una base cómoda para los huevos. La puesta suele consistir en 3 a 5 huevos, de color blanco grisáceo o verdoso, con manchas pardas o rojizas.

La incubación de los huevos dura aproximadamente 12 a 14 días y es realizada mayoritariamente por la hembra, aunque el macho puede relevarla ocasionalmente. Durante este tiempo, el macho sigue defendiendo el territorio y puede continuar cantando para disuadir a otros machos de acercarse.

Una vez que los pollos nacen, ambos progenitores se encargan de su alimentación, trayendo insectos y otros pequeños invertebrados al nido. Los pollos están listos para abandonar el nido en unos 10 a 12 días después de la eclosión. No obstante, seguirán siendo alimentados por los adultos durante algunas semanas más mientras aprenden a buscar su propio alimento y a defenderse por sí mismos.

En un buen año, es posible que una pareja de currucas cabecinegras pueda criar dos o incluso tres nidadas, especialmente en áreas donde los recursos son abundantes y las condiciones climáticas son favorables.

Alimentación y costumbres

La dieta de la curruca cabecinegra es variada y se adapta a las disponibilidades estacionales del entorno. Aunque es principalmente insectívora, esta especie también consume una considerable cantidad de materia vegetal, especialmente en otoño e invierno, cuando los insectos son menos abundantes.

Durante la primavera y el verano se alimenta principalmente de insectos y arañas, que captura entre la vegetación baja y media. Sus presas más comunes incluyen orugas, escarabajos, saltamontes y otros pequeños invertebrados. La habilidad de la curruca para capturar insectos en vuelo también es notable, aunque la mayor parte de su alimentación la obtiene directamente de hojas, ramas y el suelo.

En otoño e invierno, cuando la disponibilidad de insectos disminuye, complementa su dieta con una variedad de frutos y bayas. Es especialmente aficionada a los frutos de arbustos mediterráneos como el madroño, el lentisco y la zarzamora. Esta dieta mixta no solo le proporciona la energía necesaria para sobrevivir durante los meses más fríos, sino que también desempeña un papel importante en la dispersión de semillas de estas plantas.

Las currucas cabecinegras son aves muy activas, que pasan la mayor parte del día buscando alimento. Son generalmente solitarias o se mueven en parejas, aunque en invierno pueden unirse a pequeños grupos, especialmente cuando se encuentran en áreas donde los recursos son abundantes.

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