Salir al campo (III): Cómo comportarse

Cuando salimos al campo, no estamos en nuestra casa, sino que somos los invitados de los que allí habitan. Hemos de tratarlos con la cortesía debida, no sólo por su bienestar, sino también por nuestra propia seguridad.

Los naturalistas como tú y como yo, que pasamos gran parte de nuestro tiempo libre en el campo y disfrutamos de su tranquilidad y pureza, somos especialmente sensibles a los comportamientos en los que suelen caer algunos excursionistas, normalmente por desconocimiento o simplemente porque no han pensado en sus efectos sobre el entorno. Incluso nosotros mismos no nos damos cuenta a veces de que podríamos refinar todavía más nuestra técnica campestre para disfrutar más si cabe de nuestras salidas causando la mínima perturbación posible.

A veces no pensamos en detalles que sin embargo incomodan, y mucho, tanto a los animales y plantas que lo habitan como a otros paseantes que vengan detrás o que compartan el día en el mismo espacio. ¿Quieres que repasemos algunas cosas en las que podemos mejorar? ¡Vamos a ello!

El desplazamiento

Hoy día es raro (y un privilegio) el que con sólo salir de su casa uno ya esté en el campo. Vivimos en ciudades o grandes pueblos y para ir a cualquier sitio no nos queda más remedio que coger el coche o, como mínimo, la bici.

Si nuestro medio de desplazamiento hacia el campo es el automóvil, hemos de pensar que en algún momento hay que dejarlo aparcado y empezar a andar. Sobre todo, no debemos salir con el coche de las pistas preparadas para ello, porque el efecto de pasar sus cuatro ruedas sobre terrenos inadecuados o ecosistemas frágiles puede ser desastroso. Además, pensemos que en caso de avería no habrá grúa que nos saque de un lugar poco accesible.

Esto es válido también para quads y, sobre todo, para esos todoterreno con los que pensamos que nos podemos comer el mundo. Si eres uno de esos conductores de 4x4 que se cree el más molón por no necesitar caminos, date cuenta de que los demás excursionistas no tenemos tan alto concepto de ti.

Cuando dejemos el coche, deberíamos hacerlo en un lugar donde poder dar la vuelta y dejando el camino despejado. Intentemos evitar las cercanías de los ríos o de sitios donde pueda haber desprendimientos de piedras, por el bien del vehículo. Hay que recordar que la clave es el respeto: hacia la naturaleza y hacia otras personas, incluidos los miembros de los equipos forestales (que pueden tener que pasar por el mismo camino o incluso acudir a apagar un fuego). Lo mejor es dejar el coche en el pueblo desde el que sale el camino y ponernos a andar cuanto antes.

El automóvil nos permite llegar a la naturaleza, pero si la disfrutamos a pie o en bicicleta podremos conservarla mejor.

También al desplazarnos a pie hemos de tener en cuenta unas sencillas pautas:

Excursionistas siguiendo el camino.
Fuente: Wikipedia.

Los ruidos

A nadie le gusta que vengan unos forasteros a su barrio y se pongan a pegar gritos. Lo mismo sirve para el campo: debemos procurar ser silenciosos, no poner música y disfrutar de la experiencia. ¿Acaso hay mejor sonido que la melodía oculta del bosque, o que la quietud de la llanura esteparia?

Si nos mantenemos en silencio y procuramos andar sin hacer ruido, descubriremos nuevos placeres en nuestro paseo: el canto de un ave que podemos reconocer o que es nuevo para nosotros, el murmullo de las hojas en un arbusto que nos permite saber que una liebre se escondía en él, el impresionante aleteo de una bandada de grullas a pocos metros sobre nuestras cabezas.

Cuanto menos ruido hagamos, menos molestaremos a los demás (animales y humanos) y más aprovecharemos nuestra salida. Debemos intentar pasar inadvertidos. Yo he descubierto que ser un ninja de los caminos es más provechoso y gratificante que actuar como un elefante en una cacharrería.

Nuestra huella

¿Sabes ese viejo dicho que reza que hay que dejar las cosas mejor de como nos las encontramos?

Yo siempre incluyo en mi equipo campestre una bolsa de plástico vacía donde puedo meter los desperdicios y llevármelos de vuelta a casa. Piensa que todo lo que se deja en el campo acaba siendo un peligro: los animales se pueden asfixiar con bolsas que hayan contenido comida y los vidrios pueden causar incendios, aparte de las consideraciones estéticas y la contaminación que supone la basura.

Hablando de incendios, un absoluto no-no: nunca, nunca, nunca hago fuego en el campo. No importa si estoy en un bosque de pinos, de encinas, en un prado o en la mismita arena del desierto. Tampoco recomiendo hacerlo en una barbacoa portátil. Si hay barbacoas de obra en una zona recreativa, recordemos que no se deben usar si hace viento o en tiempo seco.

¡Mucho cuidado con los cigarrillos! Lo mejor es no fumar si se sale al campo (así aprovechamos y respiramos aire puro), pero si lo haces, procura no hacerlo nunca entre pinos o donde haya hojas secas o paja. Y por supuesto, que ninguna colilla quede por apagar completamente y, luego, a la bolsa.

No todo el mundo sabe que hay cosas prohibidas por la ley, como llevarse piedras o plantas.

Nuestro mejor amigo

Una buena opción es llevar a Tobi con
correa. Fuente: Wikipedia.

A muchos de nosotros nos gusta salir al campo con nuestras mascotas, normalmente perros. En principio no tiene nada de malo, pero si sospechamos que la zona que vamos a visitar es el hábitat de alguna especie sensible, es mejor que dejemos a nuestro amigo en casa.

Las aves que anidan en los arbustos o directamente sobre el suelo pueden sentirse especialmente molestas con la presencia de Tobi, así que en época de cría (normalmente en primavera) deberíamos renuciar a su compañía por un rato. Las madrigueras pueden ser también tentadoras para su hocico y seguro que a sus habitantes no les hace gracia que husmeen en sus casas.

Pensemos que además no faltan peligros también para nuestra mascota: si sale corriendo detrás de un conejo, puede que llegue a la carretera; si es día de caza, le pueden confundir con otra especie; si tiene encontronazos con otros animales, se puede llevar algún que otro bocado o arañazo; también desgraciadamente existe la posibilidad de que encuentre algún cebo envenenado, y eso podría ser fatal.

Los habitantes del campo

Parece de perogrullo, pero de todas formas vamos a decirlo: no debemos molestar a los animales que encontremos, sean del tipo que sean. Recordemos que muchos de ellos (como los reptiles y los anfibios) están protegidos por la ley. Además, si los incomodamos nos arriesgamos a que se defiendan y nos hagan daño o nos den un susto.

Los jóvenes naturalistas son los que
más disfrutan. Fuente: Wikipedia.

Esto se extiende a sus nidos y madrigueras. Si nos percatamos de que estamos cerca de una tejonera o una conejera o cualquier otro tipo de madriguera, lo mejor es retirarse a una distancia prudente y no andar sobre su terreno. Si nos asomamos, además de arriesgarnos a echar a perder una camada, podemos salir escarmentados o incluso tener que ponernos la vacuna de la rabia. También hemos de tener cuidado de no dañar hormigueros o termiteros. Jamás debemos tocar los huevos o los pollos de un nido; de nuevo, lo mejor es alejarse de ellos si nos damos cuenta de su existencia. Algunas aves anidan en el suelo, uno de los motivos por los que es mejor no entrar en sembrados o salirse de los caminos.

Los cachorros, polluelos y otras crías son especialmente vulnerables, por lo que conviene no molestarlos. Lo más probable es que sus padres no estén lejos. Muchas veces intentamos "salvar" a un bicho llevándonoslo a casa, y sin embargo es algo que no se debe hacer nunca. Es mejor dejarlo donde lo encontramos, molestando lo menos posible. Y recuerda que, como decíamos en otro de los artículos, uno nunca debe interponerse entre un adulto y sus crías, ya sean jabalíes o vacas, porque podemos ser atacados por el padre o la madre.

¿Qué hacer si encontramos un animal herido? Lo mejor es llamar al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, el SEPRONA (teléfono 062). Ellos nos dirán cómo proceder según la especie y el lugar donde nos encontremos. Si llevamos un GPS, conviene tener las coordenadas a mano por si nos las piden durante la llamada.

Otros humanos

Cuando salgo de excursión, es tanta la tranquilidad que a veces me resulta difícil recordar que no estoy solo. Pero es así; no sólo están los animales, sino que también puede haber otras personas. Excursionistas, ciclistas, cazadores, guardas forestales y de fincas, con cualquiera de ellos podemos coincidir durante nuestra salida. Cada uno tiene sus motivos para estar allí y debemos respetarlos, por muy en desacuerdo que estemos con sus actividades.

Nuestra recomendación es abstenerse de salir en día de caza (puedes informarte en la federación de caza de tu comunidad autónoma). Sin embargo, teniendo en cuenta que normalmente los días de caza coinciden con los fines de semana, cuando las personas que trabajamos y los escolares podemos salir al campo, la cosa se complica. Yo si salgo uno de esos días me llevo un chaleco reflectante, para evitar accidentes.

A pesar de lo dicho, recuerda que el campo es de todos, y que tú tienes tanto derecho a estar en una finca pública, coto de caza o no, como otros usuarios. Procuremos suavizar la convivencia evitando discutir y mantengámonos alejados de las partidas de caza y de los puestos de aguardo.

Sea cual sea el objetivo que nos hayamos propuesto para nuestra salida campestre, lo más importante es respetar a los demás y disfrutar haciéndolo. ¡Feliz jornada!

Prepararse

Observación de aves

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